Acabo de dejar el móvil y me he dado cuenta de la cantidad de fotos de fotos, canales y perfiles que suben contenido de viajes. Hemos pasado de evitar esas tardes eternas en casa de tus amigos viendo las fotos de un viaje que no te interesaba, a verlas en redes sociales de manera continua. Al menos antes podías poner una excusa para no ir a ver las fotos, ahora las tienes colgadas en la mayoría de redes sociales.
Viajar se ha convertido en una actividad común para mucha gente, pues se ha democratizado bastante gracias (en un primer momento) a los vuelos low cost, y también a los hosteles “backpackers” y otros servicios como AirBnb que te permite dormir en casa de personas ahorrándote bastante dinero.
Eso sí, este turismo de bajo presupuesto no es para todo el mundo, de hecho conozco mucha gente que prefiere viajar una vez al año y dormir en hoteles de cinco estrellas, que viajar mucho y mal. Apostar por la calidad en lugar de por la cantidad es un acierto, sobre todo teniendo en cuenta los servicios de lujo que se ofrecen hoy en día.
En concreto, voy a referirme a los hoteles boutique, que apuestan por una atención personalizada y un cuidado máximo por el detalle. El Hotel Mercer Barcelona es uno de los máximos exponentes en España de Hotel Boutique, no solo por su inmejorable servicio, sino por su privilegiada ubicación.
Pero lo que más duele es ver cómo hay algunas fotos que hacen daño a los ojos, y no precisamente por la pérdida de calidad de Instagram. No todo el mundo sabe hacer buenas fotos, y hay algunas maneras de conseguir muy buenas instantáneas que dejaran con la boca abierta a tus followers. Esto lo sabe bien Julio Lozano, un fotógrafo profesional especialista en viajes, que describe algunos de sus secretos en este artículo de La Vanguardia.
Esperar al momento adecuado requiere de paciencia
El primer paso para hacer buenas fotografías es investigar y conocer. Si uno decide viajar a cualquier punto del planeta, lo primero que debe de hacer es documentarse. Hay que investigar bien qué hay de interesante en el destino. Si no conoces bien el lugar al que viajas, te perderás mil historias. Hay que ir mínimamente preparado para poder sacarle el máximo partido a tus fotos.
trata de documentarse bien sobre el lugar dónde harás las fotos. Visualizar el entorno. Entender lo que pasa. Conocer con precisión las costumbres o los comportamientos de la gente, la cultura, porque solo eso te permitirá integrarte en un mundo que no es el tuyo. En definitiva, para hacer una foto, se tiene que conocer bien el objeto de la foto, sea lo que sea, un destino como Venecia, la expresión de una persona, una rosa roja o un jarrón de agua.
Una buena foto requiere un esfuerzo a la hora de madrugar. En los viajes es básico levantarse pronto – bueno, en la vida en general, la verdad -, justo cuando sale el sol. La luz es el alma de la fotografía. El buen fotógrafo es aquel que analiza cómo incide la luz en las cosas. Todas las cosas se ven gracias a la luz. Si no, no se verían, o lo que es lo mismo, no existirían. Una foto lo que hace es reflejar esa realidad. La luz es su esencia.
Aprovecha que cuando estás de viaje tienes menos problemas para poder observar. Hay fotógrafos que son como metralletas, lanzan ráfagas indiscriminadamente y luego se tiran todo una vida seleccionado entre miles de fotos. Algunos se aburren y las olvidan. Y es que la vida no transcurre dentro de la cámara, está en el exterior. Por eso hay que observar con atención todo lo que pasa alrededor de la foto.
Por último, encuentra tu punto de vista. Hay que buscar un ángulo distinto, nuestro propio punto de vista sobre lo que queremos fotografiar. Si tienes paciencia, siempre hay una historia esperándote. Mucha gente se piensa que hacer fotos es mirar por un visor y apretar un botón. No es así. Como decíamos antes, apretar el botón es una consecuencia de todo un proceso de observación. Si observas mucho, al final descubrirás una historia