Soy Clara, tengo 33 años, y estoy a punto de abrir mi propia empresa. Lo escribo y todavía me cuesta creérmelo. No va a ser un negocio cualquiera, es un proyecto que mezcla mis dos grandes pasiones: el mundo friki y la naturaleza. Durante años fui acumulando figuras, tazas, camisetas, todo lo que tuviera que ver con anime, series, videojuegos… pero también pasaba mis fines de semana en el campo, entre plantas y tierra.
Así que decidí que, si iba a montar algo, quería que hablara de mí. Y así nació la idea de crear una marca de productos personalizados hechos con impresión 3D, que combinaran lo friki con lo ecológico.
Pero esto no empezó de la nada
Seguro que no soy la única, pero hubo un momento en el que el trabajo que tenía empezó a asfixiarme y a hacerme sentir que estaba desperdiciando mi vida.
Me encontraba detrás de una barra, con el delantal empapado, sonriendo de forma automática mientras otro cliente me soltaba un “¿Tanto cuesta traer una caña a tiempo?”, le daba igual verme la cara roja y empapada de sudor y cansancio. Porque trabajar en bares es muy sacrificado. De verdad que lo es.
Doce años en hostelería te dejan cicatrices invisibles: jefes que gritan por costumbre, turnos que terminan a las tantas, dolores en la espalda y en los pies, y esa sensación de que no importa cómo bien lo hagas, siempre habrá alguien que lo critique. Aguanté mucho más de lo que debería. Pero un día, decidí que no iba a seguir sobreviviendo: quería vivir de verdad.
El cambio más importante de mi vida
No fue un cambio de la noche a la mañana, fue algo que me costó mucho pensar y decidir. Mientras seguía trabajando en la cafetería, empecé a investigar por las noches. Compré una impresora 3D sencilla y empecé a trastear. Me costó bastante al principio. No soy ingeniera ni tengo estudios en diseño industrial. Pero soy muy terca. Y cuando algo me gusta, no lo suelto.
Lo primero que imprimí fue una maceta con forma de Totoro. Se la regalé a una amiga que ama las plantas tanto como yo. La reacción fue tan bonita que pensé: ¿y si esto puede ser algo más? A los pocos días me pidió otra, luego su hermana también, y después una compañera suya que tenía una floristería. Así fui descubriendo que había una necesidad ahí fuera que nadie estaba cubriendo del todo: productos que mezclaran diseño original, funcionalidad y personalización.
Y lo más importante: hechos con cariño.
La personalización de las cosas nos ayuda a conectarnos
Lo que más me atrapó de la impresión 3D fue lo que permitía hacer con ella. Por fin podía materializar ideas que llevaba años imaginando. Macetas de autorriego con forma de criaturas fantásticas, soportes para móviles inspirados en series de anime, lámparas con detalles naturales, figuras para regalar en bodas, ferias o eventos…
Cada pieza podía adaptarse a lo que el cliente quisiera. No hay dos iguales. Y eso, en un mundo saturado de productos en serie, es algo muy poderoso.
He aprendido que personalizar no es solo decorar. Es crear algo que tiene sentido para quien lo recibe. Es esa taza que lleva una frase interna que solo entienden dos personas. Es ese soporte para lápices con el nombre de tu personaje favorito. Es esa pequeña maceta que riega sola, pero además tiene un diseño que te hace sonreír cuando la ves en tu escritorio.
Las máquinas 3D no quitan alma, la multiplican
Hay quien piensa que usar tecnología para hacer productos artesanales es quitarles valor. A mí me parece justo lo contrario. La impresión 3D es una herramienta, como lo puede ser un pincel o una sierra. No imprime emociones, pero me permite crear formas que antes eran imposibles. Puedo diseñar estructuras complejas, encajes a medida, detalles casi imposibles de replicar a mano, y aún así cuidar cada detalle para que el resultado tenga vida.
Mis productos llevan mi sello. Pero también llevan tiempo, prueba y error, correcciones, detalles invisibles que solo quien los hace puede apreciar. Cada línea de código, cada diseño, cada prueba de material, tiene detrás a esa Clara que salió de la cafetería decidida a cambiar su vida.
Un universo friki donde todo es posible
Tengo claro que mi empresa tendrá dos líneas bien marcadas.
Por un lado, todo el universo friki que me ha acompañado desde pequeña. Tazas, figuras, llaveros, soportes, organizadores, elementos decorativos. Todo con diseños únicos inspirados en series de anime, películas, manga, ciencia ficción y videojuegos. No quiero hacer lo que ya se vende en cualquier tienda. Quiero hacer piezas que tengan personalidad, que se noten hechas con ilusión. Algunas incluso las estoy diseñando junto a otros ilustradores que también quieren salirse de lo típico.
Y por otro lado, la línea natural. Esta parte me ilusiona incluso más. Macetas autorregables, jardineras modulares, herramientas personalizadas para huertos urbanos, etiquetas para plantas, sistemas de cultivo vertical… Todo pensado para quienes, como yo, sienten que cuidar plantas es cuidar de una misma.
El punto común en ambas líneas es la personalización. Puedes pedirme una maceta con forma de Bulbasur que además riegue sola. O una lámpara con forma de seta inspirada en videojuegos. O una estructura para poner tus suculentas en forma de montaña japonesa.
Todo puede adaptarse.
Proveedores con impresoras 3D
No todas las floristerías tienen que montar su propio taller de impresión 3D, pero sí muchas pueden beneficiarse de trabajar con quienes ya lo hacen. Y no lo digo solo por mi empresa. Cada vez hay más proveedores que ofrecen servicios de impresión personalizados para floristerías, viveros o tiendas de decoración vegetal, como Pyc3D, quien me enseñó que puedo tener mi tienda friki y natural sin tener que tener un máster en diseño 3D.
Colaborar con alguien que puede crear productos 3D a medida abre muchas puerta
Por ejemplo:
- Macetas únicas: Puedes pedir formas que vayan con el estilo de tu tienda, o incluso diseños exclusivos que no tenga nadie más.
- Soportes y estructuras: Desde colgadores para plantas hasta jardineras verticales, todo se puede ajustar al espacio que tengas.
- Accesorios prácticos: Etiquetas, humidificadores pasivos, sistemas de autorriego… todo pensado para hacer más cómodo el trabajo de cuidar plantas.
- Regalos corporativos: Muchas empresas buscan obsequios verdes para sus clientes. Tener un proveedor que puede hacer algo único, con logo incluido, es un plus.
- Detalles para eventos: Bodas, bautizos, comuniones… regalar una plantita en una maceta con forma especial es algo que no pasa desapercibido.
A mí me contactan muchas floristerías pequeñas que no sabían que esto era posible. Pensaban que la impresión 3D era solo para piezas industriales o prototipos. Cuando descubren que pueden tener cosas hechas a medida para su tienda, sin tener que pedir mil unidades, les cambia la visión por completo.
El cliente valora lo único
He tenido clientas que se emocionan al recibir una simple maceta. Me han escrito personas diciéndome que hacía tiempo que no veían algo tan bonito y útil a la vez. Hay algo muy especial en saber que lo que tienes no lo tiene nadie más. Y en un mundo tan rápido, donde todo va con prisa, encontrar algo hecho con dedicación se agradece más que nunca.
Esa es la esencia de lo que quiero hacer: productos con alma. Que conecten. Que duren. Que no sean solo un objeto más. Que te transmitan algo, aunque sea pequeño. Una emoción, un recuerdo, una sonrisa.
Me esfuerzo mucho en que cada diseño tenga personalidad, en que cada acabado esté cuidado, y en que la persona que lo reciba sienta que está pensado para ella. No fabrico por fabricar. Cada pieza que sale de mis manos lleva una parte de mí. Y eso, al final, se nota.
Emprender no ha sido fácil, pero nunca me he sentido tan libre
Dejar el trabajo fijo fue un salto al vacío. Tuve miedo. Mucho. Pero más miedo me daba seguir años igual, sintiendo que me apagaba. He tenido días de dudas, de frustraciones técnicas, de errores que costaron dinero. Pero cada vez que termino una pieza, cada vez que alguien me escribe diciendo que le ha encantado su pedido, sé que hice lo correcto.
Ahora trabajo mucho, sí. Pero lo hago con ilusión. No corro con una bandeja en la mano, corro con ideas en la cabeza. Y cuando me equivoco, no hay un jefe gritándome. Me doy permiso para aprender, para probar, para crecer.
Lo que viene ahora
En unos días abriré mi tienda online. Llevo meses preparando todo. Diseños, fotos, descripciones, pruebas de envíos, embalajes sostenibles, redes sociales. Todo hecho con cariño y muchísimas ganas. Y si estás leyendo esto y tienes un negocio, una tienda, un proyecto personal o simplemente te apasionan las plantas o el anime, te invito a seguir lo que hago. Porque esto no es solo una tienda: es un cambio de vida.
Mi sueño era vivir de lo que amo. Y hoy, por fin, está empezando a ser real. Sé que no será fácil, pero estoy dispuesta a darlo todo, a seguir aprendiendo, a crecer con cada pedido, y a construir algo bonito, duradero y honesto.